Guía intergaláctica para entender el silencio

Guía intergaláctica para entender el silencio

Tanto si vives en el campo como en la ciudad, nuestra «banda sonora» habitual ha cambiado: el ruido del tráfico, el bullicio de los niños al salir de clase, la música en los parques, todo ha dado paso a frecuencias que hasta hace poco más de un mes apenas podíamos percibir. 


Durante la cuarentena mucha gente dice percibir el silencio como perturbador, acostumbrados a la vibrante música abstracta que nos acompañaba hasta ahora en nuestra vida diaria. ¿Pero qué es el silencio realmente? ¿Y como podemos usarlo en nuestros proyectos musicales? Aquí una pequeña guía intergaláctica para entender el silencio,  que esperamos que enriquezca vuestros experimentos creativos.

¿Sonidos espaciales?

Cuando hablamos de «silencio«, las primeras imágenes que se nos vienen a la cabeza son desiertos, montañas, dunas y otros escenarios tranquilos y aislados que excluyen la presencia humana. Si queremos hablar de silencio real tendríamos que pensar en el espacio, en las estrellas, las galaxias y los planetas.

Los sonidos que oímos cada día no dejan de ser oscilaciones de partículas causadas por movimientos vibratorios que se propagan mecánicamente a través de un medio físico como por ejemplo el aire; en el espacio no existe medio físico de propagación posible. Las explosiones y colisiones espaciales que escuchamos en las películas son pura ciencia ficción, el espacio es un sitio completamente silencioso.

Gracias a la investigación y al desarrollo tecnológico, y a través de dispositivos particulares, podemos recoger información sobre la radiación del cosmos – como las ondas de radio, que no son sonoras – y convertir y traducirlas en material audible por el ser humano; así es posible darle «voz» a un montón de efectos astronómicos.

Hace algún tiempo la NASA puso a disposición de todo el mundo algunas de las fascinantes interpretaciones hechas durante sus incursiones espaciales. Para más info entra aquí o ve a la cuenta de Soundcloud de la NASA.

 

Cámaras anecoicas

Durante años científicos y físicos de todo el mundo trabajaron para crear un espacio lo más cercano al silencio absoluto para probar equipo electrónico, para estudios acústicos y psicoacústicos, entre otras cosas. Este tipo de cámara están diseñados para absorber y romper reflejos sonoros. El compositor John Cage tuvo la oportunidad de estar en una a principio de los años 50, en la Universidad de Harvard. Cage llegó a escuchar dos sonidos dentro de la cámara, uno agudo y otro grave. Intrigado preguntó al equipo del laboratorio y este le respondió que el sonido agudo que escuchaba era su sistema nervioso en funcionamiento mientras que el sonido grave era la circulación de su sangre.

¿Increíble no? Pues te recomiendo que busques cámaras anecoicas por tu zona y vivas la experiencia tú mismo.

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Redescubrir para inspirarse

En 1952, Cage compuso una obra silenciosa a la que le título 4’33», la duración de la obra. David Tudor fue el pianista en cargado de interpretar la obra en su debut. El pianista se encargó de no tocar ni una sola nota durante los cuatro minutos y medio e indicar al público el inicio y final de los tres movimientos que componen la obra cerrando y abriendo la tapa del piano. Durante cuatro minutos y treinta y tres segundos se forzó al público a escuchar los ruidos del ambiente en el que estaban inmersos, desde el crujir de las sillas a la respiración profunda de los compañeros de butaca. Con esta potente y controvertida obra, Cage reveló una paradoja: el silencio no es más que el sonido de nuestro entorno, cualquier cosa audible se convierte en objeto artístico. No es un acto de negación de la música sino toco lo contrario, una afirmación de su omnipresencia. Aquí una versión de 4’33» hecha por el grupo de metal Dead Territory.

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La música universal y el descubrimiento del paisaje sonoro

Tras la experiencia de 4’33 », empezaron a florecer un montón de composiciones situando al oyente, en el centro y proponiendo los sonidos del entorno como música universal. Si oír es el medio físico de percibir, escuchar hace referencia a prestar atención a lo que estamos percibiendo, acústica y psicológicamente. En 1963 Yoko Ono le pidió al público mediante carteles que escuchase el latir de su corazón (la obra se llama «Beat Piece»); en la serie de conciertos Listen (1969) Max Neuhaus llevó a la gente a experimentar con perspectivas poco habituales como areas con mucho tráfico, cerca de fuentes, paradas de autobus; al público se le pedía que hiciesen un ejercicio de inmersión acústica y se centrasen en los sonidos que les rodeaban.

Años después, en 1971, nació el concepto de soundscape o paisaje sonoro, definido como el conjunto de sonidos que nos rodean, donde sea que estamos. En este corto e intenso vídeo, Raymond Murray Schafer nos enseña a descubrir los paisajes sonoros:

https://www.youtube.com/watch?v=rOlxuXHWfHw

 

Crear conciencia

Si le damos valor al silencio estamos concienciándonos sobre el sonido y fortaleciendo nuestra capacidad de concentración para escuchar. Seguro que te ha pasado más de una vez, estás tocando en una jam y de golpe y porrazo «dejas de escuchar» el sonido de tu instrumento, engullido por las frecuencias del resto.

El compositor americano Pauline Oliveros descubrió que las meditaciones sónicas pueden ayudar a los músicos a mejorar la improvisación. Las primeras meditaciones se desarrollaron durante los años 70, durante una sesión de improvisación con la intención de ofrecer a los participantes una serie de indicaciones para la participación activa de escucha: los ejercicios de Oliveros pretenden dar estrategias de respuesta musical y manifestarse a un alto nivel unísono entre uno mismo, los demás y el entorno. Si te pica la curiosidad puedes encontrar todos estos ejercicios recopilados en el libro Sonic Meditations de Smith Publications.

 

Escucha canciones icónicas desde un nuevo punto de vista

El potencial creativo del sonido cotidiano llevó a muchos grupos y productores a crear collages y ambientes sonoros con un efecto seguro. Maravillados por las posibilidades de editar una cinta magnética, los Beatles deformaron la risa de McCartney hasta que sonaba parecido al llanto de una gaviota, un toque icónico que aparece en Tomorrow Never Knows (1966); al año siguiente el mismo McCartney estrenó una serie de misteriosas composiciones hechas con cintas magnéticas aprovechando un descanso durante la grabación del Sgt. Pepper en el festival Million Volt Light.

En la primera canción del primer disco de Black Sabbath, insistieron en incluir el doblar de las campanas grabadas durante una tormenta. La idea fue del productor Roger Bain, que tenía una serie de cintas con grabaciones parecidas: sea verdad o no, este detalle acabó de completar la imagen y lo que querían transmitir.

Hay un montón de ejemplos, pero nos gustaría destacar la intro de Time (1974) de Pink Floyd que aprovecharon la creatividad de Alan Parsons e insertaron sonidos de varios despertadores, grabados en un anticuario.

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Construyendo el mundo de mañana con sonidos de hoy

Un interesante experimento global llamado «Cities & Memories» se encarga de compilar grabaciones ambientales de un montón de sitios de todo el mundo y los combina con un montón de temas nuevos: estas canciones pueden documentar el cambio de un sonido real de un sitio o pueden predecir el futuro. Un mapa con más de 3000 sonidos, grabado en 90 países diferentes y territorios, las grabaciones documentan una gran variedad de paisajes, desde ruidos del puerto de San Francisco a los pescadores de Turkana, pasando por Venecia, Taipei o Birmingham. Tú también puedes participar enviando cualquier grabación nueva siempre y cuando esté vinculada a un sitio.

https://citiesandmemory.com/what-is-cities-and-memory-about/


Artículo original escrito en Italiano por Johan Merrich


¿Qué valor tiene el silencio para ti? ¿Crees que estimula tu producción musical? 

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Juanma vive en Barcelona y se pasa el día inmerso en el mundo de la música entre ensayos, grabaciones y conciertos.

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