3. Materials & Components

En un taller de construcción de violines no solo se construyen violines, el constructor o constructora de violines también construye otros instrumentos, como el violonchelos. El violonchelo, o llamado en corto chelo, es pariente del violín. Pertenece a la misma familia, pero tiene otras proporciones distintas a las del violín o la viola. Los aros (las partes laterales) son en comparación más altos, de manera que pueda alcanzar tonos más graves óptimamente. Si las proporciones fueran iguales a las del violín, entonces el instrumento debería ser bastante más grande. También la escala, o bien la relación de escala, es en el violonchelo, con 7:10 (comparando con el violín 2:3), algo más grande. Por relación de escala entendemos la distancia entre la cejuela (allí donde en el diapasón comienzan las cuerdas), y el aro superior del cuerpo, dividido entre la distancia desde el aro superior del cuerpo hasta el puente.

El material de construcción más importante para hacer un violín es la madera. Aquí la calidad de la madera es decisiva para la cualidad sonora que poseerá el instrumento. Solo cuando la madera es seca, ligera, elástica y densa se puede emplear para la construcción de un violín. Los anillos de crecimiento debe ser regulares. Porque las maderas con irregularidades en el secado se quiebran, por eso deben tener un periodo de secado de al menos unos 6-7 año en condiciones óptimas, pero tampoco puede estar expuesta directamente a los rayos solares. La madera también debe tener un bajo contenido en resinas, por eso los árboles deben talarse preferiblemente entre diciembre y enero. Encontramos maderas de alta calidad normalmente en las regiones de montaña como por ejemplo los Alpes, los Pirineos o los Cárpatos (arce de montaña).

Para el cuerpo del instrumento fundamentalmente se emplea pícea y arce. La tapa del chelo por norma general se termina con madera de pícea, con es con la que se obtienen los mejores resultados. A veces se emplea la llamada Haselfichte ("madera sonora") de crecimiento en las zonas montañosas del sur de Alemania y los Alpes, que es ligera y elástica y destaca también por sus llamativas vetas. Para el fondo del instrumento se emplea mayoritariamente el arce por sus buenas características sonoras. Para otros matices sonoros especiales se emplean también tipos de maderas más blandas como el álamo o el abedul. El arce también se emplea frecuentemente para los aros, como también para el mástil y la voluta. Para el resto se usan también maderas de frutales como el manzano y el peral.

El diapasón, el clavijero y el cordal por norma general se fabrican con el duro, robusto y visualmente muy atractivo ébano. Pero también pueden emplearse otras maderas duras como por ejemplo el boj o el palisandro.

En las descripciones de los instrumentos de cuerda leemos a menudo expresiones como "fondo bien flameado". La llamada flama proviene de las ondulaciones que presenta el arce en su crecimiento, que se reflejan posteriormente en el corte de la madera con diferentes intensidades dependiendo de la luz. Esto produce un efecto óptico similar a una llama.

Interesante es, en cualquier caso, que para la construcción de instrumentos de cuerda se usan tableros de madera cortados a lo largo en vertical, no en horizontal al tronco. De esta manera se obtiene el máximo en estabilidad y una muy buena característica de resonancia.

Si observamos detenidamente un violonchelo, veremos que la tapa está compuesta de una sola pieza de madera, mientras que el fondo está compuesto de dos piezas. A diferencia de, por ejemplo, una guitarra, la tapa y el fondo de los instrumentos de cuerda son abombadas, y el tipo de arqueamiento tiene una gran influencia en las características sonoras que resultarán en el instrumento. En la construcción primero se trabaja el arqueado exterior, y después el interior. La tapa suele tener un grosor de unos 4 a 4,5 mm, mientras que el fondo en el contorno de 3,5 a 3,8 mm, y en el centro es de unos 7 mm de grosor.

Las partes laterales en el chelo se denominan los aros. Deben en primer lugar proporcionar estabilidad del instrumento, mientras que por otro lado también deben dejar oscilar de forma óptima para no mermar la capacidad de resonancia. Por eso los aros, en relación con la altura, son también bastante finos. En la construcción de instrumentos son terminados con planchas lisas con grosores de unos 1,5 a 1,8 mm, que son tratadas con prensas especiales de presión de hierro y vapor que les aplican la forma correcta.

Cada una de las piezas de los instrumentos de cuerda son simplemente encoladas entre ellas. Se emplean colas de origen animal de hueso o piel que a altas temperaturas se dejan trabajar muy bien. Estas colas, al ser solubles, se pueden retirar del instrumento si es necesaria una reparación o, por ejemplo, si se precisa retirar la tapa de nuevo o desmontar por completo el instrumento. ¡Por eso nunca se debe aplicar cola industrial o de uso doméstico para realizar pequeñas reparaciones! Este tipo de colas no se disuelven nunca, y cada intento de separar piezas del instrumento llevará a romper la madera.

Finalmente y tras los últimos retoque al instrumento se aplica un revestimiento de laca. El color de la laca abarca del tono marrón, pasando por el rojizo hasta el amarillo oro, y la elección es una cosa de gusto personal. Básicamente se distingue entre lacas al alcohol, donde se disuelven pigmentos en alcohol, y lacas al aceite, para las que se emplea aguarrás como disolvente. Por medio del uso de diferentes ceras, la laca puede variar cuando se seca. Hay instrumentos que tras el lacado parecen completamente nuevos, aunque existe la posibilidad de lacar un instrumento de cuerda de tal forma que tome la apariencia de un instrumento muy viejo.

Sus personas de contacto