Hace relativamente poco tiempo que toco el bajo, unos 5 o 6 años, pero toco la guitarra desde hace más de 30 y creo que sé reconocer cuándo un instrumento está bien fabricado.
Todos los acabados de mi Marcus Miller V5 24-4 VWH son de muy alta calidad. No hay detalle o remate que no esté perfectamente pulido y ajustado y, a todos los niveles, el tacto con el instrumento es agradable e incluso adictivo.
La apariencia estética es impresionante. Las fotos no le hacen justicia. De hecho pensaba en buscar un pickguard blanco perlado para sustituir el original en aluminio dorado, ya que no me convencía demasiado en las imágenes, pero descarté esa opción en el momento en que lo recibí en mi casa y lo vi al natural.
La electrónica es sencilla, como suele ser en todos los bajos pasivos: un control de volumen para cada pastilla y un control general de tono. Sin embargo, cualquier mínimo movimiento en alguno de esos controles provoca un efecto considerable en el sonido del instrumento, tanto en lo relativo a la mezcla de pastillas como en el tono, de manera que ofrece una interesante y variada paleta de sonidos.
En los días en que valoraba cuál de los diferentes jazzbass adquirir mi otra alternativa era un Fender japonés que casi triplicaba el precio del Marcus Miller. Seguramente aquel también será un gran bajo pero os aseguro que no me arrepiento para nada de haberme quedado con mi Marcus Miller V5 24-4 VWH.