Es un producto que con tan solo sacarlo de la caja transmite robustez, un minimalista diseño y esa sensación de "esto tiene muy buena pinta". El controlador cumple a cabalidad e incluso notoriedad con cada una de sus funciones, su sistema de configuración es tremendamente dinámico y fácil de usar, permitiendo dejarlo con una configuración muy básica para simplemente tocar piano hasta una configuración compleja por capas, zonas, canales y programas para controlar multiples instrumentos. Monta un TP-100 de Fatar (la dueña de Studiologic), un keybed que en realidad se comporta muy bien tanto en el tacto (entre pesado y ligero lo ubicaría más por el lado pesado, perfecto para quienes buscamos el mayor realismo posible en esta clase de pianos compactos-ligeros) como en la sensación de control a la hora de presionar las teclas. Su cuerpo es de metal, lo cual le da una robustez y resistencia que se agradecen a la hora de sacarlo de casa, pero curiosamente esto no le suma excesivo peso y es bastante ligero dentro de la media. Permite la conexión de hasta cuatro pedales (dos pueden ser continuos) y si lo usas con el SLP-3D obtienes un conjunto que en verdad resulta muy funcional y creíble, muy, MUY por encima de la gama baja-media de ciertas marcas orientales (Yam... y Cas...) que fabrican pianos digitales. Para obtener un verdadero control y expresividad a la hora de tocar piano es muy recomendable la inversión de Pianoteq (con el Stage vale), ya que aprovecha al 100% el pedal continuo, los estacatos y repeticiones que aporta el triple sensor que monta el TP-100 y junto a la comodidad de que el controlador es alimentado por USB , sumándole un portátil, tienes un piano vastamente creíble y profesional.