
¿Te refieres al cachondo con diastema?
Entre otras cosas, pero sí, es él. Pongámonos historiográficos, por un momento. A lo largo de la historia de la música popular ha habido un constante tira y afloja entre la solemnidad (en cuanto a sonido y discurso) y el sentido del humor. La música que habla de salvar el mundo y la que pretende solo entretener, que no es poco. El rock progresivo y el punk, el grunge y el britpop…los ejemplos suman docenas. No hay duda de que Mac DeMarco pretenece al segundo grupo. Su música podría entenderse como la respuesta irónica –y genial- al mesianismo de, por ejemplo, Kevin Parker y sus Tame Impala. DeMarco encarna todo lo contrario a los australianos: ligereza, simplicidad, baja fidelidad, melodías que son puro chicle, aparente dejadez y sentido del humor. A lo largo de sus tres discos largos y dos EP’s, el canadiense ha desarrollado una suerte de matrimonio entre el jangle pop y la psicodelia de baja fidelidad. El resultado, te lo decimos nosotros por si todavía no lo has catado, es irresistible.
Hoy 10 de mayo Mac DeMarco estrena «Here Comes The Cowboy«, su nuevo trabajo.
Cuéntame sus secretos, por favor
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Ya que el propio Mac DeMarco no suelta prenda, nos tocará a nosotros. Además de usar guitarras de marcado corte vintage, uno de los grandes secretos del sonido DeMarco es la aplicación de efectos a dichas guitarras. Nombremos algunos: uno de los fijos en su alineación es el Boss CE-2w, un combo de chorus y vibrato que recupera el sonido de los míticos CE-1 y CE-2, claves en el sonido que asociamos al jangle pop y a la escuela C-86, de la que tanto bebe nuestro canadiense. Dos de los secretos de las guitarras de DeMarco son el uso –siempre con mucho estilo- del reverb y el delay. Con respecto al primero, suele usar el Electro Harmonix Holy Grail, que también tiene un marcado sonido vintage. Con respecto al delay, su favorito es otro clásico del sonido ochentero. Hablamos del Boss DM-2W Delay, que también se caracteriza por su aroma analógico. Para terminar de hablar de pedales, es necesario hablar de una de las joyas de su corona, el Electro Harmonix POG2, un generador de octavas polifónicas del que el propio DeMarco hablaba así: “Hace sonar tu guitarra como el órgano de una iglesia extraña. Mola mucho, provoca un sonido realmente extraño”. No hay más preguntas, señoría.
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Vale, pero ese sonido no se consigue solo con guitarras
Efectivamente. Es hora de hablar de otro de los grandes –hay quien dice que el más grande- secretos del sonido de Mac DeMarco: el uso que hace de los sintetizadores. Como hablábamos antes, una característica común a todo el aparataje que utiliza el canadiense es su marcado corte vintage. Con los sintetizadores la cosa no cambia: uno de sus favoritos es Prophet-5, un sintetizador de origen californiano que se fabricó desde 1978 hasta 1984. Por suerte, el mercado nos ofrece alternativas al Prophet-5. Una de las más llamativas, sin duda alguna, es el Dave Smith Instruments Prophet REV2-8.
Se trata de un sintetizador analógico polifónico de ocho voces (el Prophet-5, claro, tenía cinco). Ocho voces, por cierto, ampliables a 16 a través de una tarjeta de voces externa. De él destaca, entre otras cosas, la puesta a punto definitiva del software incorporado (una de las quejas más comunes de los músicos que usaban las versiones anteriores), el secuenciador por pasos polifónico con hasta 64 pasos (6 notas por paso) o los 512 programas de fábrica (4 bancos de 128) y 512 programas de usuario.
Otro de los sintetizadores adaptables al sonido de Mac DeMarco es el Roland Juno-DS 61, heredero del mítico Juno-60. Se trata de uno de los sintetizadores más intuitivos que existen. Por eso, y por su precio medio, se suele recomendar para músicos que se están adentrando en el maravilloso mundo de los sintes. El Juno-DS 61 incluye una polifonía de un máximo de 128 voces, 256 patches de memoria de usuario (8 kits de batería y 128 interpretaciones) o un secuenciador de patrones intuitivo de ocho pistas con grabación sin escalas, ideal para grabar bocetos de canciones de una forma rápida y segura.
Otro modelo a tener en cuenta es el Yamaha Reface DX, un sinte compacto de 37 teclas, con un formato (común a todos los Reface), ideado para ser transportado: posible funcionamiento con pilas y batería, teclas a un 85% del tamaño habitual y unas dimensiones que le hacen parecer más un módulo sobremesa que un sintetizador adicional. Con respecto a su funcionamiento, hay que decir que se elimina casi totalmente cualquier atisbo de complicación funcional, con unas interfaces y configuraciones muy intuitivas.
Terminamos este apartado con dos modelos de Korg muy adaptables al transporte. El primero de ellos sería el Korg microKORG, un sintetizador de modelado analógico, muy versátil para su pequeño tamaño y basado en el motor de sonido del gran Korg MS-2000. Cuenta con tres octavas y ofrece cuatro voces de polifonía. Su micrófono incorporado premite trabajar con vocoder. Además, viene con arpegiador, filtro con resonancia, multitud de efectos y entradas para gestionar audios externos.
El segundo, con prestaciones muy similares pero algo más variadas, sería el Korg microKorg XL+ , con una polifonía de ocho voces, un vocoder de 16 bandas y 128 sonidos preestablecidos. La gran diferencia con el microKorg es su motor de sonido. Mientras aquel, como hemos comentado, cuenta con el del MS-2000, el XL trabaja con un R3.
¿Algo más, a estas alturas?
Nos tememos que sí. Aún quedan sintetizadores de los que hablar. Se trata, en este caso, de sintetizadores que bien merecen un capítulo aparte. Hablamos de los Moog, claro. Considerados por muchos como los mejores –más completos, dinámicos y versátiles- sintetizadores jamás creados, sería imperdonable terminar un recorrido a los sintetizadores sin hablar de, al menos, tres o cuatro de sus referencias. Porque, como no podría ser de otra forma, Mac DeMarco también utiliza Moogs. Comenzamos, por ejemplo, con el Moog One.
Disponible en versiones de 16 y 8 voces, se trata de una auténtica joya, un sintetizador multitímbrico con hasta tres sonidos simultáneos, tres osciladores (VCO) por cada voz, con capacidad de generar ondas complejas, doble filtro (ladder estilo Moog y state variable, con respuestas HP, LP, BP y notch) y 4 LFOs y 3 envolventes en cada una de las secciones.
El Subsequent 37 es otro modelo muy reseñable. En este caso hablamos de un sintetizador de 37 teclas, con modo parafónico mono y dúo, arpegiador, secuenciador por pasos y, entre otras cosas, 256 presets. De él se suele destacar también su tremenda y equilibrada respuesta tanto en graves como en agudos.
Tampoco conviene olvidarse del Grandmother, un sintetizador semimodular de 32 teclas con arpegiador, reverb de muelles Hardware integrada basada en el Moog 905 o almacenamiento de hasta 3 secuencias con hasta 256 notas.
Terminamos hablando del Sub Phatty, un sintetizador monofónico que podría parecer menos lujoso comparado con los anteriormente referidos, pero no hay que olvidar que se trata de un Moog, y que eso siempre es garantía de calidad. El Sub Phatty, con un precio de 739€, está pensado para bolsillos que no se puedan permitir los grandes mastodontes tecnológicos que son el Moog One o el Subsequent 37. Pero ojo: estamos ante un sintetizador muy versátil. 16 presets, distorsión analógica Multi-Drive Circuit, dos osciladores de onda variable o un suboscilador de onda cuadrada son algunas de sus características. Además, con un editor de software adecuado se le puede sacar mucho partido.
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Conclusión
La gran lección que nos aporta echar un vistazo al cacharraje de Mac DeMarco es clara: por mucho que el canadiense transmita una imagen deslavazada, la realidad es que se trata de un tipo que tiene muy claro lo que quiere. Sabe de qué tecnología servirse para producir exactamente el sonido jangle-psicodélico –jizz jazz, según él- que escuchamos en sus discos. Y la prueba más irrefutable de esto es que, si no fuera así, si no supiera exactamente qué tiene entre manos, le sería imposible grabar canciones tan supuestamente simples, tan concretas, entre mares de sintetizadores y pedales. Una vez más: las canciones. A partir de ellas, lo demás.
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Un comentario
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Héctor Turro dice:
No contaste como graba, guevon